¿Cuál es la normativa sobre alcohol y drogas en el trabajo?

El uso de sustancias como el alcohol y las drogas en el ámbito laboral se ha transformado en una preocupación central para compañías y organismos públicos. El crecimiento de estos casos, junto con una mayor conciencia sobre el bienestar físico y mental de los trabajadores, ha llevado a establecer reglas más exigentes. En este contexto, la ley española proporciona una base sólida para prevenir estas situaciones y fomentar espacios de trabajo seguros y saludables.

El marco legal

En España, la normativa sobre alcohol y drogas en el entorno laboral se basa en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y el Estatuto de los Trabajadores. Ambos marcos legales otorgan a las empresas mecanismos para actuar ante situaciones peligrosas derivadas del consumo de sustancias, a la vez que garantizan los derechos de los empleados.

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales impone a los empleadores la responsabilidad de velar por la salud y seguridad en el trabajo. Esto incluye evitar que los trabajadores desempeñen sus funciones bajo los efectos del alcohol o drogas, dado el riesgo que representa tanto para ellos como para sus compañeros.

Por su parte, el Estatuto de los Trabajadores contempla la posibilidad de extinguir el contrato laboral cuando el consumo de estas sustancias provoque una bajada significativa en el rendimiento o implique un incumplimiento de las obligaciones. Esta medida solo puede aplicarse si la empresa demuestra de forma clara y objetiva que existe una relación directa entre el consumo y el comportamiento laboral del empleado.

¿La empresa puede hacer controles?

Las empresas pueden realizar controles de alcohol y drogas a sus empleados, aunque no de manera indiscriminada. Este tipo de pruebas debe estar justificado por la naturaleza del puesto de trabajo, especialmente si existe un riesgo para la seguridad. Profesiones como la de conductor, operador de maquinaria pesada o quienes trabajan en entornos peligrosos son ejemplos en los que estas medidas pueden considerarse necesarias y razonables.

Cuando se justifica su aplicación, las empresas pueden incluir procedimientos específicos en su plan de prevención de riesgos laborales. Estos controles deben llevarse a cabo siguiendo ciertos principios legales, como la proporcionalidad, el respeto a la intimidad del trabajador y la confidencialidad de los resultados. Es fundamental que el proceso esté debidamente regulado y no se convierta en una práctica invasiva o arbitraria.

Por lo general, se requiere el consentimiento informado del trabajador antes de someterlo a una prueba de detección. De esta forma, se garantiza que los derechos individuales no se vean comprometidos, manteniendo el equilibrio entre la prevención de riesgos laborales y la protección de la dignidad de la persona. Las empresas, por tanto, deben actuar con responsabilidad, asegurándose de que sus actuaciones estén justificadas y cumplan con las garantías exigidas por la normativa vigente.

Prevención y programas internos

Más allá de las medidas disciplinarias, muchas empresas han comenzado a implantar políticas de prevención. Estas incluyen campañas de sensibilización, formación sobre los riesgos del consumo de sustancias y protocolos internos para detectar posibles casos. Como nos comentan desde el mejor centro de desintoxicación de Valencia Amasterapia, “cada vez más empresas nos piden asesoramiento para diseñar programas de apoyo a trabajadores que presentan problemas de adicción. La prevención no debe enfocarse solo desde el castigo, sino desde la ayuda y la reinserción”.

En este sentido, el acompañamiento terapéutico y la colaboración con centros especializados se presentan como herramientas clave para ayudar al trabajador a superar su situación, manteniendo además un entorno laboral más seguro.

¿Cómo es el despido por consumo de alcohol y drogas?

El despido por consumo de sustancias no se produce de manera automática, sino que requiere que la empresa demuestre un impacto directo en el desempeño laboral del trabajador o un riesgo concreto para la seguridad en el entorno de trabajo. Los tribunales españoles han sido claros al respecto: el consumo ocasional de alcohol no justifica por sí solo un despido, salvo que existan factores agravantes como la repetición de la conducta, una afectación evidente a las tareas asignadas o el incumplimiento de normas internas debidamente comunicadas.

En situaciones de consumo habitual, el criterio es aún más exigente. La empresa debe acreditar una disminución importante del rendimiento, un incumplimiento de las obligaciones contractuales o un deterioro grave en la convivencia con el resto del equipo. Sin estas pruebas, el despido podría ser considerado improcedente o incluso nulo.

Por ello, es fundamental que las empresas actúen con prudencia y recopilen toda la documentación necesaria antes de tomar medidas disciplinarias. Informes médicos, advertencias previas y registros de rendimiento pueden ser clave en un eventual proceso judicial. De este modo, se garantiza una actuación conforme a derecho y se minimiza el riesgo de conflictos legales que puedan derivarse de una decisión apresurada o mal fundamentada.

Los reconocimientos médicos son importantes

Los reconocimientos médicos periódicos permiten a las empresas identificar posibles signos de consumo, siempre que cuenten con el consentimiento del trabajador. Solo en situaciones que impliquen riesgos para la salud pública o la seguridad laboral pueden realizarse sin autorización.

Estos controles deben integrarse en un plan de salud laboral y no emplearse como forma de vigilancia encubierta. Los profesionales médicos deben respetar la confidencialidad de los resultados y actuar según principios éticos.

Si se detecta una adicción, es preferible que la empresa ofrezca alternativas de tratamiento antes de tomar decisiones más drásticas. Esta actitud preventiva favorece el bienestar del empleado y fomenta un entorno laboral más responsable y seguro.

¿Cómo trabajan los sindicatos?

En este tipo de casos, los sindicatos juegan un papel clave en este tipo de situaciones. A menudo son los primeros en detectar comportamientos preocupantes y pueden mediar entre la empresa y el trabajador. También asesoran sobre los derechos de los empleados en caso de despido, revisión médica o sanciones disciplinarias.

En algunas grandes empresas, los representantes sindicales participan en la elaboración de los planes de prevención y en la implementación de programas de ayuda para trabajadores con problemas de adicción. Esta participación activa contribuye a generar una cultura de mayor sensibilidad y comprensión en el entorno laboral, fomentando espacios más seguros y solidarios para todos los empleados, especialmente en situaciones delicadas o de riesgo personal.